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Sacrificios que indignan

Sacrificios que indignan: Funcionaria de

Guadalajara confiesa haber matado a un perro en ritual de santería

Por Redacción | 9 de junio de 2025

La transmisión parecía una más de esas tantas que circulan sin filtro en redes sociales. Pero lo que Naomi Figueroa Álvarez, funcionaria del Ayuntamiento de Guadalajara, dijo frente a la cámara rebasó los límites de la polémica y encendió la indignación ciudadana: confesó haber sacrificado a un perro en un ritual de santería para “alejar a sus enemigos”.

“Tuve que hacer un sacrificio muy grande; le cortaron a un perro. Era para que me quitaran a mis enemigos del camino. Todos van a caer”, declaró sin titubeos.

Lo que para ella fue una “confesión espiritual”, para cientos de usuarios se convirtió en prueba irrefutable de crueldad animal y abuso de poder. Las redes sociales hicieron lo suyo: investigaron su nombre, rastrearon su empleo y exhibieron su sueldo. Naomi no es una ciudadana cualquiera. Es servidora pública con ingresos de más de 18 mil pesos mensuales, y además, hija de Susana Priscila Álvarez Hernández, exdirectora del Instituto Municipal de Atención a la Juventud (IMAJ), quien también ha sido señalada por presunto desfalco al erario y percibe más de 50 mil pesos al mes.

Un ritual, un crimen, una impunidad

El sacrificio de animales en nombre de creencias religiosas no es nuevo, pero sigue siendo ilegal cuando se trata de maltrato, crueldad o prácticas fuera del marco normativo.

Aunque algunos grupos defienden la santería como parte de la libertad religiosa, defensores de los derechos animales recalcan que ninguna creencia puede estar por encima de la vida.

“Las creencias son personales, pero asesinar animales debe ser un delito, no una costumbre”, escribió una usuaria.

Organizaciones como PETA o AnimaNaturalis han reiterado que los rituales que involucran sacrificios de animales violan derechos básicos y fomentan una cultura de impunidad ante el sufrimiento animal.

¿Quién responde por esto?

Hasta ahora, el Ayuntamiento de Guadalajara no ha emitido postura oficial. No hay información sobre posibles sanciones administrativas, denuncias penales ni investigaciones internas. Naomi sigue apareciendo en nómina, y su madre continúa disfrutando de un salario elevado a pesar de los señalamientos.

Mientras tanto, la indignación no se detiene. Frases como “Que caiga todo el peso de la ley” o “No tiene corazón” son recurrentes en los comentarios digitales.

¿Sacrificio o evidencia de una cultura política podrida?

Más allá del escándalo mediático, este caso exhibe la descomposición de ciertos sectores del poder público, donde funcionarios, por acción u omisión, se creen intocables. El sacrificio del perro, más que una ofrenda religiosa, simboliza algo más profundo: el desprecio a la ley, la indiferencia institucional y la arrogancia de quienes se sienten por encima del bien y del mal.

¿Cuántos casos como este pasan desapercibidos? ¿Cuántas violencias se justifican con discursos personales? ¿Qué hace falta para que el maltrato animal se tome en serio desde las instituciones?

En un país donde los derechos animales son, todavía, una aspiración más que una realidad, el caso de Naomi Figueroa no debería quedar en el olvido digital ni en la indignación efímera. La justicia, en cambio, no debería tardar más en actuar.