Crónicas de Corrupción (XXII): El costo de la desinformación: Cómo la manipulación mediática afecta a la democracia poblana
Por Carlos Charis
5 de agosto de 2025
La desinformación es un fenómeno que ha cobrado una relevancia alarmante en la sociedad poblana. Con la inmediatez de las redes sociales y la proliferación de canales de información sin regulación, Puebla ha sido testigo de cómo la manipulación mediática puede afectar profundamente los procesos democráticos. En este contexto, la corrupción no solo se alimenta del desvío de recursos públicos, sino también de la distorsión de la verdad.
La manipulación mediática como herramienta de control
En Puebla, como en muchas partes del país, los medios de comunicación juegan un papel crucial en la formación de la opinión pública. Sin embargo, lo que muchos no saben es que estos medios pueden ser utilizados para manipular a la población, sobre todo cuando están vinculados a intereses políticos, económicos o empresariales.
A través de noticias sesgadas, información falseada, y narrativas unilaterales, algunos medios en Puebla han logrado instalar relatos alternativos que favorecen ciertos grupos de poder y distorsionan la percepción de los ciudadanos. Estos relatos no solo afectan el entendimiento de hechos y acontecimientos clave, sino que también alimentan un clima de desconfianza hacia las instituciones democráticas y el propio sistema de justicia.
El caso de la “guerra de noticias” en el municipio de Ajalpan
Uno de los ejemplos más claros de la manipulación mediática en Puebla se dio en el municipio de Ajalpan, durante las elecciones municipales de 2024. En ese periodo, se desató una verdadera guerra de noticias en los medios locales y en las redes sociales, donde noticias falsas y acusaciones infundadas fueron distribuidas en un intento de desacreditar a los candidatos opositores y beneficiar al entonces candidato oficialista.
La campaña de desinformación incluía desde fotos alteradas hasta reportes falsos de violencia que atribuían a grupos contrarios, mientras que se minimizaban los actos de corrupción cometidos por el candidato oficialista. Los medios de comunicación que apoyaban a la administración en turno fueron los principales responsables de esta estrategia mediática, convirtiendo la información en una herramienta de manipulación electoral.
A pesar de que varias organizaciones de la sociedad civil denunciaron estos hechos ante las autoridades electorales, la respuesta institucional fue tibia y las denuncias fueron archivadas sin mayores consecuencias. Esto dejó al descubierto el poder de los medios manipulados para moldear la opinión pública y alterar el curso de los procesos democráticos.
La brecha digital y la creciente polarización
La desinformación también se ve potenciada por la creciente brecha digital en Puebla. Aunque las redes sociales han permitido que más personas accedan a la información, no todos los ciudadanos tienen el mismo nivel de alfabetización digital o el acceso a fuentes confiables. Esto ha dejado un espacio amplio para que las noticias falsas se difundan rápidamente entre los sectores más vulnerables, especialmente en las zonas rurales.
La polarización ha alcanzado niveles críticos, y no solo se refleja en las redes sociales, sino también en la vida cotidiana. Familias enteras se ven divididas por sus diferentes preferencias políticas y la información manipulada que reciben. Este fenómeno, lejos de ser algo anecdótico, pone en peligro la cohesión social y la confianza pública en las instituciones, ya que la desinformación ha convertido a la verdad en una mercancía que se puede comprar y vender.
Las consecuencias de la manipulación mediática
Las consecuencias de esta manipulación mediática son profundas y van más allá de lo que algunos podrían pensar. No solo se trata de una simple alteración de los hechos, sino de un perjuicio directo a la democracia misma. Cuando la información es manipulada y utilizada como herramienta política, se socava el derecho de los ciudadanos a tomar decisiones informadas y a ejercer su voto con base en hechos reales.
Además, el desgaste de las instituciones democráticas es otro efecto devastador. La desconfianza que se genera a partir de la información manipulada puede llevar a un debilitamiento de los procesos electorales y a la creación de un ambiente de indiferencia política. Cuando los ciudadanos no creen en la información que reciben, su participación en los procesos democráticos disminuye, y el voto consciente se convierte en una utopía.
La necesidad de una nueva ética en los medios
Frente a esta situación, resulta urgente la implementación de regulaciones más estrictas sobre el manejo de la información en los medios y las redes sociales. Es necesario que los medios de comunicación asuman una responsabilidad ética en la difusión de noticias y que se comprometan a ofrecer a la sociedad información verificada y objetiva. Asimismo, la educación digital debe ser una prioridad, de manera que los ciudadanos puedan identificar de forma efectiva las noticias falsas y los intentos de manipulación.
Es fundamental que la transparencia y la rendir cuentas se conviertan en principios rectores tanto de los medios de comunicación como de las autoridades que tienen la responsabilidad de supervisar las elecciones y los procesos democráticos. La manipulación mediática debe ser vista no solo como un desafío para el ejercicio democrático, sino también como un riesgo real para el bienestar social y político del estado.