Acribillan a ‘El Zancudo’ en Tepeojuma: la muerte lo encontró en plena calle, sin gloria ni redención
Por Carlos Charis
28 de mayo de 2025
Tepeojuma, Puebla.— El miércoles por la tarde el sol seguía quemando como si nada, pero en la colonia San Francisco alguien cayó. Era un hombre de unos 40 años. Dicen que se llamaba Juan N., pero en las calles lo conocían como “El Zancudo”. Lo cosieron a balazos. No hubo milagros. Solo plomo, sangre y silencio.
Lo mataron a plena luz del día, en la vía pública, como si su vida no valiera ni una mirada de más. Unos sujetos armados bajaron, dispararon, y luego se esfumaron como el humo de los escapes podridos que rondan esa parte del mundo.
Cuando llegaron los paramédicos y los policías municipales, El Zancudo ya no respiraba. Estaba tirado en el suelo, como si ahí se hubiera dormido para siempre, con el cuerpo perforado por la furia de otro. Ni una lágrima, ni un rosario, ni una explicación.
La policía hizo lo de siempre: acordonó el área, levantó el cuerpo y esperó a los peritos. El cadáver fue llevado al anfiteatro de Izúcar de Matamoros, donde ahora reposa con otros tantos que también cayeron sin prensa, sin velorio y sin justicia.
Mismo cuento, distinta esquina
Nadie sabe quién lo mató. Nadie vio nada. O mejor dicho, todos vieron, pero no tienen ganas de meterse en problemas. En estos pueblos chicos, el silencio no es cobardía, es supervivencia. Y el que habla mucho, acaba como El Zancudo: con la boca llena de sangre y los oídos reventados de balas.
La Fiscalía ya inició las investigaciones, como si eso sirviera de consuelo. Mientras tanto, la calle ya fue lavada, el sol volvió a salir y el pueblo sigue su marcha con el alma sucia y la costumbre intacta: la muerte como rutina.