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Madres buscadoras en Palmar de Bravo

 Madres que han aprendido a vivir en la sombra, a convivir con la ausencia y la desdicha, se agrupan una vez más en Palmar de Bravo, buscando lo que les fue arrebatado. Ellas no saben cómo se arrastraron hasta aquí, pero el dolor las lleva. María Luisa Núñez, la que fundó el Colectivo Voz de los Desaparecidos, las encabeza. Se levantaron temprano, a las 7 a.m., como si la tierra les hablara en susurros.


María Luisa no es una mujer cualquiera, se nota en la manera que mira los restos óseos que hallaron ayer, pero que esta mañana la Fiscalía confirmó con el peso de la autoridad. El silencio, la rabia, el vacío… lo único que tiene es la fuerza de seguir, el deseo de encontrar aunque sea fragmentos de los que se fueron, esos pedazos de lo que un día fue su vida.

En el rancho La Trinidad, en El Arenal, se encontraron esos huesos. Y ahí estaban ellas, las madres, observando, documentando, porque en esta guerra sin tregua, alguien tiene que contar lo que se calla.

El colectivo no es solo un grupo de personas, es un ejército en guerra contra el olvido. No hay tregua, no hay descanso. Van tras cada pedazo de verdad, mientras el gobierno dice lo que sabe y no sabe, mientras el mundo sigue girando con indiferencia.

Pero ellas no se rinden, no pierden la esperanza. ¿Qué les queda? Tal vez el reconocimiento de que la verdad está allí, en la tierra, en los huesos de sus hijos que aún no tienen nombre.