La lápida del CAPCEE: entre el saqueo y la simulación
José Herrera / 2 de mayo de 2025
El gobernador Alejandro Armenta ha decidido enterrar al CAPCEE. No es poca cosa. El Comité Administrador Poblano para la Construcción de Espacios Educativos, más conocido por sus siglas que por su transparencia, ha sido durante años una maquinaria compleja de contratos, cemento y silencio. Hoy se le dicta sentencia: desaparecerá, transformado en una subsecretaría adscrita a la Secretaría de Educación Pública estatal. Y no por falta de funciones, sino por exceso de vicios.
“El CAPCEE fue una institución de saqueo”, dijo el mandatario, con una franqueza poco habitual en el lenguaje político. Tiene razón. Lo que comenzó como un organismo técnico para edificar escuelas terminó como un instrumento de desviación multimillonaria. Durante el morenovallismo se le utilizó para proyectos ajenos a su misión: el Teleférico, símbolo de la vanidad institucional; el Tren Turístico Puebla-Cholula, símbolo del abandono. Dos monumentos a lo innecesario, financiados desde la supuesta urgencia educativa.
Pero la decisión de eliminar al CAPCEE no es solo un acto de justicia administrativa. También es una jugada política. En el ajedrez del poder poblano, mover piezas implica enterrar símbolos del pasado y, de paso, marcar territorio. Armenta no solo busca “poner orden” —como él dice— sino reescribir la narrativa de la obra pública en Puebla. Donde antes hubo discrecionalidad, promete participación comunitaria; donde hubo contratos turbios, quiere transparencia.
La pregunta que flota es inevitable: ¿basta con cambiar de nombre para cambiar de rumbo?
La historia política mexicana está llena de instituciones que mueren en el papel pero sobreviven en las prácticas. El riesgo de convertir al CAPCEE en subsecretaría sin depurar su ADN es crear un monstruo con otro nombre. Más burocracia, pero con la misma tentación del desvío.
Hoy, el gobierno tiene la oportunidad de romper con una lógica perversa: la de usar la educación como coartada para enriquecer a unos cuantos. Si la nueva dependencia logra vincularse realmente con maestros, padres de familia y comunidades escolares