Y el Oscar va para…
De nuevo hacemos analogías, ahora entre premiaciones de cine y la política

Abogado con estudios en Derecho Constitucional y Amparo. Servidor público por vocación, ha sido profesor universitario, y asesor jurídico de empresas y entidades gubernamentales, pero sobre todo, apasionado de lo que hace.
Lunes, Marzo 3, 2025
Quien me ha leído sabe que me gustan las analogías, la política y que soy un villamelón no solamente del deporte. Como soy aficionado de la historia, también sigo los eventos importantes de cualquier índole. El domingo tenía una cita con la historia: se entregaron los Oscar. Quizá no fue la entrega con más películas icónicas, pero el Oscar a mejor película queda inscrito en la historia. Incluso en el Teatro Dolby, que es donde se lleva a cabo la premiación desde el 2002, se inscriben físicamente las películas ganadoras.
Tanto en el cine como en la política se intenta hacer una puesta en escena, una narrativa, que según sea el caso el pueblo o la academia califican. A veces el contenido de los guiones o los efectos especiales no son tan importantes como el convencer a los miembros de la academia. No me dejarán mentir, en los Oscar y en las urnas no siempre gana el mejor, también pasa que algunos perdiendo, ganan.
A veces algunos solo asisten para pasearse por la alfombra roja, lucir sus mejores prendas. Quizá ni siquiera están nominados para algún premio, pero por alguna razón logran colarse y llaman la atención. En la política como en las premiaciones hay personajes que están más allá del bien y del mal, que pueden ir en bermudas a un evento solemne y no pasa nada. Nunca han ganado ningún premio o en caso de la política alguna elección; sin embargo, son personajes que no pueden faltar cada que hay una cita en las urnas o una entrega de premios, según sea el caso.
En la política y en los Oscar la derrota o la victoria son efímeros. Quien no puede entender esto quizá quede pronto fuera de las nominaciones. La verdadera prueba de los “premiados”, en ambos casos, es cómo son recordados con el paso del tiempo. Una película o una acción de gobierno sin duda pueden trascender generaciones aunque no ganen ningún premio.
Claro que hay diferencias, una puede ser que nunca he visto a un crítico de cine convertirse en director. En política es el pan de todos los días, el opositor se convierte en gobierno y viceversa. En muchos casos los borrachos no logran ser buenos cantineros, muchos se convirtieron en lo que tanto criticaban y no saben repartir los tragos. En su momento vieron la paja que había en el ojo del político contrincante y no ven la viga que traen a cuestas.
Otra diferencia es que si una película no gana un premio, sus productores definitivamente no acusarán fraude, tampoco le echarán la culpa a alguien de los errores que tuvieron durante la filmación o de la elección de los actores. Desgraciadamente los políticos tenemos la tendencia de dar muchas razones del por que no pasan las cosas, cuando los ciudadanos lo que anhelan son buenas acciones que lleven a soluciones. Hasta entonces.
Comentario al aire
Hablando de premios, algunos políticos se dicen premiados por estar en uno u otro puesto. No se han dado cuenta que esto es efímero, más vale estar atentos de cómo quede inscrito en la historia su paso por ese cargo. A veces un buen premio se puede convertir en un gran castigo, y eso solamente lo podemos saber con el paso del tiempo. El electorado tiene memoria, aunque no parezca o no queramos creer.